2.8.07

Dos manos


Tan solo puso sus dos manos frente mi cuerpo, y con voz ronca y decidida, me dijo;
-Elige.
En ese instante mi ser no supo otra forma de actuar que comenzar a temblar, era la única forma de reaccionar a tan importante decisión.
Comencé a recordar, cuando de niña lloraba por aquel juguete que nunca tuve, o por el simple hecho de no ser esa bella niña pelirroja a la que todo el mundo admiraba, y ahora ¿cómo enfrentarme a lo que él me ofrecía?
Tenía sus manos fuertes, grandes, seguras y rugosas aquellas manos que tanto sabían de la larga y difícil vida que había sufrido.
Mire su mano izquierda, donde poseía su alianza, querida alianza, que siempre, como prometió hacía 53 años, la llevaría hasta que la muerte le separará.
La mano derecha me recordó aquel cachete que me llevé la noche que junto a Rocío corrimos y corrimos y tan lejos llegamos que nos perdimos. Cuando llegamos estallé de miedo y también de alegría, y aunque después llegara el cachete que mejor manera de ser recibida, ¡ya estaba en casa!, lo demás poco importaba.
Mientras pensaba y pensaba, él, impaciente, no sabia que hacer, estaba desesperado, deseoso que yo eligiera.
Yo, sin ninguna prisa que me invadiera, mi alocada cabeza seguía pensando, ¿qué es lo que perdería al escoger una mano y dejar la otra?¿ por qué aunque todo dependiera de mi me resultaba tan difícil aquella elección?
No olvidaré la tarde calurosa que me rodeaba, una agobiada tarde de finales de julio, donde todo el mundo abandonaba la gran ciudad , y yo, una de las pocas personas aun quedaba en ella.
En un instante, en un simple momento, que no tenía porque ser ese, y tampoco tenía porque no serlo, lo decidí, decidí lo que llevaba tanto tiempo pensando.
No puedo decir que estuviera decidida porque estaría mintiendo, pero intenté hacerme creer que era la mejor elección, así que dije;
- Ya está, ya he decidido.
Él asombrado y también nervioso, me miró a los ojos y con voz decidida me contestó;
- ya sabes, de ti depende, es tu elección.
En ese instante, me di la vuelta y lentamente con paso firme, fui alejándome de aquél hombre, sin darme la vuelta para observarlo y así nunca saber que cara puso tras mi decisión.
¿quién puede saber que me esperaría en aquellas manos?, pero...
¿qué me esperará ahora?.

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